viernes, 8 de marzo de 2013

El Pais Viajero,Con la casa a cuestas.......


Con la casa a cuestas

Diez grandes rutas para recorrer el mundo a bordo de una autocaravana

Una familia acampada con su autocaravana junto a la costa de Loch na Keal, en la isla de Mull, Escocia (Reino Unido). / JOHN WARBURTON-LEE
Hay lugares del mundo donde lo mejor es llevarlo todo a cuestas. La autocaravana es el vehículo perfecto para recorrer de forma autónoma ciertos rincones del planeta. A tu propio ritmo, con una ruta a tu aire, mezclando el placer de la carretera con paisajes mágicos y la acampada libre.

01 Ruta circular entre glaciares y volcanes

CARRETERA 1, ISLANDIA

Bahía de icebergs y, al fondo, el glaciar Vatnajokull, junto a la Highway 1, la carretera que circunvala Islandia. / LAYNE KENNEDY
La carretera que circunvala Islandia tiene 1.339 kilómetros de estremecedor paisaje volcánico. Es prácticamente la única carretera del país y la que siguen todos los viajeros, sobre todo en verano, pero es perfecta: desde que fue terminada en 1974 los conductores pueden completar un circuito alrededor de esta espectacular isla. El tramo del aeropuerto de Keflavic a la capital, Reikiavik, es un aperitivo para la vista: un paisaje estéril de campos de lava negra. Junto a sus arcenes hay mucho que ver, como el Jökulsárlón, un lago glacial virgen en la costa sur lleno de enormes icebergs que se han desprendido del Vatnajökull, glaciar que forma uno de los mayores campos de hielo de Europa. Hay poco tráfico y abundan las zonas de acampada.
Las paradas imprescindibles se multiplican en la Ring Road: nos faltará tiempo para disfrutar de lugares como el Parque Nacional de Thingvellir, una de las grandes maravillas naturales del mundo con géiseres espectaculares, potentes cascadas, como la de Gullfoss, o el lugar donde se fundó, en el año 930, el parlamento islandés (Alþingi), el más antiguo del viejo continente. Más adelante aparecen lugares sorprendentes, como las cascadas Seljalandsfoss y Skógafoss, el glaciar de Mýrdalsjökull, o las playas negras de Vík. En el norte podremos hacer una escapada para avistar ballenas, bañarnos en el sorprendente lago Mývatn o visitar Akureyri, la ciudad más importante. En verano (del 15 de junio al 15 de septiembre) hay travesías en barco por el Jökulsárlón y los icebergs.
Un aviso final: en Islandia no solo el hielo provoca escalofríos; algunos paisajes por los que pasa la Ring Road están plagados de gnomos maliciosos y de sangrientas deidades nórdicas.

02 Al borde del Pacífico

GRAN CARRETERA OCEÁNICA, AUSTRALIA

Panorámica de la Great Ocean Road y 'Los Doce Apóstoles', en el parque nacional de Port Campbell, en Australia. / HERVÉ HUGHES
Hay quien prefiere buscar con la autocaravana rutas poco transitadas, pero en algunos casos es un error. Por ejemplo, en Australia no conviene evitar su ruta más popular, es la mejor: la gran carretera oceánica, 273 kilómetros de asfalto que abrazan playas vírgenes, bordean acantilados de roca arenisca y se hunden en lo más profundo del bosque pluvial húmedo. Varios monumentos definen esta ruta por la costa del suroeste del estado de Victoria, como los mundialmente famosos pináculos de roca de los Doce Apóstoles o el Parque Nacional de Gran Otway, refugio de los koalas.
La ruta va desde la ciudad victoriana de Torquay hasta Warnrnambool y data de comienzos de siglo XX, cuando se mandó construir esta vía para dar trabajo a los soldados que regresaban de la Primera Guerra Mundial; en cierta forma está dedicada a los que nunca volvieron. Se tardó 13 años en finalizarla y fue inaugurada oficialmente en 1932. Al principio iba sólo desde Eastern View hasta Apollo Bay, pero se prolongó más tarde hasta Port Cambell a través de los montes Otway, tramo al que se le llamó simplemente Ocean Road. Es aquí donde se encuentra el monumento natural más grande de esta costa: los riscos marinos de caliza conocidos como los Doce Apóstoles.
La mayor parte de la ruta bordea el mar y ofrece unas estupendas vistas del estrecho de Bass y del océano. Se pueden tirar buenas fotos haciendo una parada en la bahía de Louttit, en el anfiteatro natural que forman allí las colinas. Dicen que el mejor lugar para detenerse y plantar la tienda, o la autocarvana, es junto al río Cumberland, bajo la escarpada y ennegrecida pared de roca del monte Defiance.
Rumbo norte, hacia el centro del subcontinente, uno podría conducir sin parar. De tener un año libre, este podría ser el destino perfecto.

03 Las islas del fin del mundo (o casi)

ISLAS DE MULL Y COLL, ESCOCIA

Carretera secundaria en la isla de Mull, en Escocia (Reino Unido). / STEVE ALLEN
Gran Bretaña tiene normas muy estrictas respecto a la acampada, así que para disfrutar con plena libertad hay que elegir rutas alternativas: bienvenido a Escocia. En concreto, a las islas de Mull y Coll en las Hébridas Interiores, que bien podrían pasar como el fin del mundo. Resultan perfectas para perderse: con 480 kilómetros de costa y montañas que rozan los 1.000 metros de altitud, Mull es el mayor y más desarrollado de este conjunto de islotes. A su lado, Coll es solo un puntito de 21 kilómetros de largo y cinco de ancho. Las carreteras son poco más que senderos de un carril, pero sin tráfico. Conducción rural británica en estado puro.
La isla de Mull tiene una desventaja: no cuenta con un puente que la conecte al interior escocés, caso de la isla de Skye, pero esto hace que sea un remanso de paz donde se puede disfrutar de los mejores paisajes y de la luz más especial de todo el Reino Unido. Esa que iluminó a los paisajistas escoceses y a otros muchos pintores que se han inspirado en este trozo de tierra. Las joyas de la isla son los castillos de Torosay, magnífico ejemplo de los palacios neoclásicos, y de Duart, que guarda ese aire medieval del siglo XIII de las novelas escocesas y sirve para que conozcamos la historia de un galeón español de la armada invencible que fue hundido frente a sus costas y cuyos marineros terminaron viviendo en los pueblos de la isla.
Dos lugares más para dirigir nuestra autocaravana: al norte, la pintoresca aldea de marineros de Tobermory, y el ferry que nos lleva a visitar la cercana isla de Iona y su abadía, un lugar donde conocer cómo fueron los inicios del cristianismo en Escocia y su lucha con la antigua religión de los druidas celtas que también tenían aquí su santuario.
La Isla de Coll, con sus árboles y su viento, en un lugar tranquilo, muy tranquilo. Podremos dar paseos, disfrutar de sus playas desiertas y de una soledad casi absoluta. El ferry desde Oban conduce al único pueblo de la isla, Arinagour, donde la mitad de la población insular vive en torno a una oficina de correos, una tienda alquiler de bicicletas, una gasolinera, varias tiendas y una cafetería. Habrá que dejar la autocaravana: la isla sólo tiene 20 kilómetros de largo y seis de ancho, y la mejor manera de moverse por ella es a pie o en bicicleta. Muy cerca, en Loch Breachacha, se halla el restaurado castillo medieval de Breachacha, y si nos damos un paseo podremos llegar a Ben Hogh, el punto más alto de la isla, con algo más de 100 metros de altura. Desde aquí se pueden obtener magníficas vistas a Hogh Bay, en la costa oeste.
Abril y octubre son los meses de más afluencia en Mull. Se recomienda reservar con antelación el ferry en la web www.calmac.co.uk

04 África, en vertical

DE SUDÁFRICA A EGIPTO

Una señal en una antigua carretera que atraviesa el desierto de Nubia, en Sudán. / NIGEL PAVITT
África de arriba abajo: un viaje en el que nos esperan leones e hipopótamos, ruinas de 3.000 años de antigüedad, una sabana abrasada por el sol, selvas tropicales, problemas fronterizos, muchos neumáticos reventados, acampadas y, probablemente, muchísimos imprevistos. Imposible describir este periplo, uno de los recorridos míticos para los grandes viajeros, en el que hay algunas escalas casi obligadas: desde las cataratas Victoria hasta monte Kilimanjaro, la ruta atraviesa 11 países distintos y muchos de los trotamundos que la inician no llegan a completarla.
En la década de 1890, los británicos soñaban con hacer una carretera que uniera su imperio, desde Egipto hasta Sudáfrica, a través de los actuales Sudán del Norte y del Sur, Kenia, Malaui, Zambia, Zimbabue y Botswana, con la esperanza de que los alemanes permitieran el paso por su colonia en Tanzania. La carretera en sí sigue sin existir, pero desde la década de 1970 son muchos los que intentan viajar como pueden y hacer un camino similar.
Aviso: para cubrir este épico periplo desde Ciudad del Cabo a El Cairo son necesarios al menos tres meses, un jeep o una autocaravana bien preparada, y, probablemente, otras vacaciones después para reponerse. El tramo más duro es el desierto de Nubia, en Sudán. Se puede evitar embarcando el vehículo en un tren y tomando la vía más fácil hasta El Cairo, pero una de las grandes curiosidades que podemos descubrir en el camino se encuentra, precisamente, en la playa de Nabta, cerca de Abidiya, el acceso sudanés a este desierto: uno de los círculos megalíticos más antiguos que se conocen.

05 Carretera entre el hielo

MONTAÑAS ROCOSAS, CANADÁ

Un oso 'grizzly' cruza la Icefields Parkway, en el parque nacional de Banff (Canadá), ante el coche de unos turistas. / JOHN E MARRIOTT
Una de las mejores rutas por carretera del mundo son los 230 kilómetros de la Icefields Parkway, que cruza los parques nacionales de Jasper y Banff, en Canadá, los parques nacionales más visitados ¡del mundo! Vale la pena despertarse al alba junto al Lake Louise, mítico lago glacial que refleja las montañas como un espejo. Hay manantiales de aguas termales donde relajarse y escarpados glaciares por los que caminar sobre el hielo, algunas veces observados por los alces que se asoman a las carreteras, y, con suerte, bajo la mirada furtiva de un oso pardo. Lo importante es ir con calma y empaparse del entorno: no hay nada mejor que acampar en una zona tranquila y disfrutar de las vistas.
El Parque Nacional Banff es el más viejo de Canadá, creado en 1885. Está a 180 kilómetros al oeste de Calgary, en plenas Montañas Rocosas, y sus mayores atractivos son sus glaciares, sus campos de hielo y sus densos bosques de coníferas. La Icefields Parkway une el parque de Banff con el de Jasper, la reserva más grande de las Rockiescanadienses, con más de 1.200 kilómetros de senderos y espectaculares carreteras panorámicas. Uno de sus reclamos más feroces son los osos grizzly, amén de pumas, lobos y el autóctono, y no menos temible, Wolverine (carcayú).

06 El paraíso del autocaravanista

NUEVA ZELANDA

Colinas verdes cerca de Rotorua, en Nueva Zelanda. /BLAINE HARRINGTON III
Quienes lo han probado no tienen ninguna duda: la autocaravana es una forma magnífica para recorrer Nueva Zelanda, un país donde uno puede aficionarse a la carretera. Hay mucho donde elegir: selvas tropicales frondosas, páramos volcánicos, altas montañas y playas desiertas. Desde Auckland, se puede poner rumbo al este, hacia la sublime Bahía de la Abundancia, antes de atravesar el país por el centro volcánico de Rotorua hacia el Parque nacional de Tongariro. Una vez en la Isla del Sur, hay que recorrer la húmeda costa oeste pasando por el glaciar Franz Josef hasta el fiordo de Milford. Se acaba en la tranquila Queenstown, ideal para reflexionar sobre tan épico viaje.
La ruta 43, la carretera del mundo perdido, recorre 150 kilómetros con curvas desde Taumaranui, cerca del lago Taupo, hasta Stratford, al oeste. Se puede acampar en el desfiladero de Tangarakau, pero hay que llevar de todo porque carece de instalaciones.

07 En la carretera, como Kerouac

CALIFORNIA (EE UU)

Terraza del Henry Miller Memorial Library, situado en el Big Sur, al pie de la Highway 1 de California (EE UU). /BLAINE HARRINGTON III
Una lista de grandes viajes por carretera no está completa sin una ruta por Estados Unidos. La Highway 1, en California, con sus 1.055 kilómetros, ofrece desde ballenas en el Pacífico hasta ratones en Disneyland. Pero no se trata solo de recorrer paisajes que dejan boquiabiertos o visitar ciudades como San Francisco o Los Ángeles; se trata de libertad. Ningún país ofrece mejores rutas por carretera, así que con la música a tope, empréndase una escapada al más puro estilo Kerouac.
Estos mil kilómetros al más puro estilo americano son perfectos para mitómanos del cine, la música, los coches… y en Estados Unidos resulta muy fácil hacerlo a bordo de autocaravanas enormes, como autobuses. Con ellas podremos por ejemplo visitar Venice Beach, acercarnos a Las Vegas, visitar los viñedos de Napa Valley, el acuario de Monterey o las secuoyas gigantes de Mariposa Grove, el desierto de Mojave, la presa Hoover, Huntington Beach, etcétera, Y siempre con unas infraestructuras estupendas.

08 Tras los cuentos de hadas

ALEMANIA Y REPÚBLICA CHECA

Una persona pasea por las empedradas calles de Rotemburgo, en Alemania. / CONNIE COLEMAN
Viajar en caravana no se limita a contemplar montañas y glaciares. Por la carretera de los Castillos se puede descubrir Centroeuropa en estado puro a través de un recorrido centrado en lo cultural: 1000 kilómetros de asfalto desde Mannheim y el sur de Alemania hasta Praga, capital de la República Checa. Durante el trayecto pueden visitarse más de setenta fortificaciones románticas y palacios de cuentos de hadas, de arquitectura barroca y rococó, además de pueblos medievales como Bamberg y Kronach. Y todo ello, junto al valle del Nackar y la llanura de Hohenlohe, brinda uno de los mejores trayectos en coche en Europa. Una parada más que recomendable es Rotemburgo, una de las ciudades mejor conservadas de Alemania.

09 Perdiendo el norte

NORUEGA

Panorámica de una carretera en Sognefjellet, en Noruega. / GETTY
Los que compran una autocaravana sueñan con hacer algún día la ruta mítica hasta Cabo Norte. Desde España, son casi 5.000 kilómetros y el viaje implica atravesar Europa desde el punto más meridional (si partimos de Gibraltar) hasta el más meridional. Implica también largos kilómetros de autopistas y peajes para cruzar Francia, Bélgica, Dinamarca, además de algún que otro ferry, pero merece la pena. En Noruega, los paisajes compensan tanto como las facilidades para el descanso del viajero: desde en zonas de acampada libre y campings, hasta en gasolineras, colegios y hasta museos.
Paradas y recorridos imprescindibles son las ciudades de Oslo y Bergen, los fiordos desde esta hacia el norte y algunas carreteras fantásticas, como el Circuito de Sognefjellet, una ruta circular de un día para vehículos que discurre junto a uno de los fiordos más pintorescos. Y por supuesto el Cabo Norte, al que se llega desde Honningsvag, el pueblo más cercano.
Desde julio de 2012 el paso por el túnel del Cabo Norte es gratuito. Entre el 1 de noviembre y el 30 de abril la carretera permanece cerrada para vehículos particulares y hay que usar el bus diario desde Honningsvåg. Más información en www.visitnorway.com

10 Entre viñedos y surfistas

GARDEN ROUTE, SUDÁFRICA

Supermercado en la ruta 62, la 'Garden Route', en Sudáfrica. / PATRICK FRILET
¿Mar o montaña? En la Garden Route no es necesario elegir. El recorrido, de Ciudad del Cabo a Port Elizabeth, discurre entre las montañas Outeniqua a un lado y el océano Índico al otro. Se puede atravesar viñedos, caminar por fabulosos senderos y contemplar las ballenas en Hermanus, además de disfrutar de la playa de la bahía de Pettenberg. ¿Por qué no dar media vuelta y repetirlo entero?
Esta carretera, la Ruta 62, es más que una simple alternativa a una autopista nacional transitada. Es un destino en sí misma, que pasa por montañas y ríos, viñedos, huertas y abruptos acantilados que se elevan sobre profundas simas y mares agitados.
En su día, esta era una vía económica y cultural para las comunidades agrícolas de Sudáfrica. Hoy ha quedado como ruta turística, con alicientes como el teleférico de Table Mountain, la joya del parque nacional de Ciudad del Cabo, desde donde se divisan panorámicas espectaculares al atardecer; o como Robben Island, donde podremos ver la antigua celda de Nelson Mandela, el lugar donde languideció durante 27 años y escribió su autobiografía. Mucho más agradable es la parada en el Valle Robertson, un lugar delicioso para catar buen vino y degustar un poco de queso. Los más aventureros pueden escalar, practicar bicicleta de montaña o senderismo en las rocas rojas de Ashton, y los que prefieran placeres más relajados, como tumbarse al sol, en las playas de la bahía de Jeffry se forman olas perfectas.

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